Cuando hablamos de productividad, cohesión y éxito dentro de una empresa, solemos pensar en procesos, herramientas y estrategias. No obstante, es muy importante que el grupo esté equilibrado, y lo que más condiciona esto son los roles en un equipo de trabajo. Identificarlos y comprenderlos, además de mejorar la dinámica del grupo, potenciará los resultados y os evitará muchos conflictos. Veamos qué son y todos los tipos.
Qué son los roles en un equipo de trabajo
Un rol en un equipo de trabajo es el conjunto de comportamientos, actitudes y responsabilidades que una persona asume dentro de un grupo para contribuir al cumplimiento de un objetivo común. Dicho de otra forma, cada miembro de un equipo no solo aporta sus conocimientos técnicos, sino también una forma particular de relacionarse, organizarse y colaborar. No todos los roles son asignados de manera formal. Muchas veces se manifiestan de manera natural, fruto de la personalidad, la experiencia o la forma en que una persona percibe los problemas y oportunidades.
El psicólogo británico Meredith Belbin fue uno de los primeros en categorizar los roles en el trabajo de equipo, dividiéndolos en tres grandes bloques:
- Roles mentales, orientados al análisis y la estrategia.
- Roles sociales, centrados en las relaciones interpersonales.
- Roles de acción, enfocados en ejecución y resultados.
Roles mentales en el trabajo de equipo
Estos roles son los que aportan ideas, análisis crítico y conocimientos técnicos. Se enfocan en la parte estratégica, así el grupo tiene dirección.
1. Evaluador
El evaluador es el perfil analítico del equipo. Tiene la capacidad de ver los pros y contras de una decisión y suele detectar riesgos que otros pasan por alto.
Tiene un pensamiento crítico, visión objetiva y capacidad de tomar buenas decisiones y lo más importante, realistas. Por otro lado, en ocasiones puede parecer demasiado frío o pesimista, algo que puede desmotivar al grupo.
2. Especialista
El especialista aporta un conocimiento profundo en un área concreta. Su valor reside en que domina un campo técnico que resulta imprescindible para el desarrollo del proyecto. Sus fortalezas son la experiencia, dominio de herramientas o procesos específicos y la capacidad de resolver problemas complejos. Su debilidad principal es que puede centrarse demasiado en su área y perder de vista el objetivo global del equipo.
3. Cerebro
El cerebro es el generador de ideas. Se caracteriza por su creatividad, su capacidad de innovación y por aportar soluciones fuera de lo común. Es creativo, con un pensamiento divergente, lo que hace que pueda aportar propuestas muy originales. A veces, sus ideas son difíciles de aplicar o poco prácticas, y puede distraerse fácilmente.
Roles sociales en el equipo de trabajo
Otro de los roles en un equipo de trabajo, y son los que mantienen unida a la plantilla. Sin ellos, la colaboración sería mucho más fría y la comunicación se rompería.
1. Cohesionador
El cohesionador se preocupa por el bienestar del grupo. Escucha, apoya y fomenta un ambiente positivo. Es el mediador natural en los conflictos. Sus puntos fuertes son la empatía, diplomacia y la capacidad de escuchar. Su única debilidad es que evita el conflicto incluso cuando es necesario afrontarlo.
2. Investigador
Es el curioso del grupo, siempre buscando nuevas oportunidades, contactos o recursos. Se mueve bien en entornos externos y aporta información valiosa para el equipo. Es muy proactivo, tiene bastante entusiasmo y tiene una capacidad excelente para generar networking. Por otro lado, pierde interés si ya no le parece atractivo o si ya no es una novedad para él, por lo que podría dejar un proyecto a medias.
3. Coordinador
El coordinador es quien organiza al grupo, distribuye tareas y asegura que cada persona aporte lo mejor de sí misma. Tiene una visión global del equipo. Es un líder nato, delega eficazmente y sabe aprovechar los talentos individuales. Aún así, hay que tener cuidado porque si no controla su estilo, puede caer, sin darse cuenta, en actitudes autoritarias.
Roles de equipos de acción
Este tipo de roles de equipo son perfiles orientados a ejecutar, a conseguir que las cosas sucedan.
1. Implementador
Es la persona práctica, que convierte planes en acciones concretas. Se centra en la disciplina y la eficiencia. Aunque tiene alguna debilidad, como el resistirse a cambios o innovaciones, es muy organizado y puedes confiar plenamente en él, ya que tiene una gran capacidad de ejecución.
2. Finalizador
El finalizador es quien se asegura de que el trabajo llegue a buen puerto, con calidad y en los plazos acordados. Presta atención a los detalles. Es perfeccionista, está muy comprometido con sus proyectos y tiene un alto nivel de exigencia. Puede volverse un poco obsesivo con la perfección y bloquear el avance.
3. Impulsor
Es la chispa que mantiene al grupo activo. Se centra en los resultados, empuja al resto y no teme asumir riesgos. Tiene mucha energía, determinación, y está muy enfocado en los objetivos. Su debilidad principal es que puede generar tensión por su carácter competitivo o incluso un poco impaciente.
El rol tóxico en un trabajo de equipo
Aunque lo ideal es que cada miembro aporte valor desde un rol positivo, a veces surgen comportamientos tóxicos que afectan al rendimiento colectivo. Hay personas que por diversas circunstancias, personales o laborales, adoptan un rol tóxico, a veces sin darse cuenta. Es muy importante detectarlos a tiempo para poder reconducir la dinámica y evitar que el clima de nuestra empresa se deteriore. Los 4 roles tóxicos son estos:
- Rol dominante: quien intenta imponer sus ideas por encima del resto, sin escuchar.
- Rol obstructor: frena la iniciativa con críticas constantes y resistencia al cambio.
- Rol crítico: destruye ideas sin ofrecer alternativas.
- Rol parasitario: se aprovecha del esfuerzo de los demás sin aportar lo suficiente.
Cómo saber cuál es tu rol en un equipo de trabajo
Siempre está bien conocerse a uno mismo, es el primer paso para crecer como persona, y aportar lo mejor en un grupo. El objetivo de esto no es encasillarte en un rol de equipo y ya, más bien es entender cómo puedes contribuir mejor y qué áreas deberías reforzar. Las 4 principales formas de identificar cuál eres tu son:
- La autoobservación. Analiza qué tareas disfrutas más y cómo reaccionas en diferentes contextos.
- Pide feedback a tus compañeros y pregunta cómo te perciben ellos en el equipo.
- Test de roles de Belbin, una herramienta útil que categoriza tus tendencias naturales.
- Experiencia, ya que con el tiempo descubrirás si te sientes más cómodo creando, ejecutando o mediando.
¿Por qué es importante tener un equipo equilibrado?
Un equipo desequilibrado es como una mesa con una pata más corta, puede tambalearse fácilmente. Si solo hay cerebros creativos, sobrarán ideas pero faltará ejecución. Si abundan los implementadores, habrá acción pero poca innovación.
Por lo tanto, hay que intentar tener el mayor número de roles en el trabajo de equipo, porque así es como se combinan perspectivas distintas, algo que enriquece la toma de decisiones, pero también habrá muchísimos menos conflictos, ya que cada perfil se complementa muy bien. Además, se optimizarán mejor los recursos, puesto que cada persona hace lo que mejor sabe hacer, haciendo que aumente la productividad al cubrir todas las fases: idea, planificación y ejecución.
Cómo crear un equipo equilibrado
- Define el objetivo: antes de reunir personas, ten claro qué necesitas lograr.
- Busca talentos. Para la selección de personal, analiza las habilidades técnicas y sociales de cada miembro.
- Equilibra perfiles: busca representación de roles mentales, sociales y de acción.
- Gestiona los roles tóxicos, es decir, detecta y corrige conductas que afecten a la dinámica.
- Promueve la colaboración. Fomentar un ambiente donde todos los miembros colaboren y se sientan libres para compartir ideas y trabajar juntos hacia un objetivo común es imprescindible.
- Invierte en su desarrollo profesional. Puedes darles oportunidades de capacitación y desarrollo, les ayudarás a mejorar habilidades y competencias.
- Evalúa continuamente: un equipo evoluciona, por lo que es necesario revisar periódicamente su funcionamiento.
Los roles en un equipo de trabajo no son una etiqueta fija, sino una guía para entender cómo interactúan las personas y qué aporta cada una al conjunto. Identificarlos, potenciarlos y equilibrarlos es la clave para que un grupo funcione como una máquina bien engrasada.